Por nutrir mi alma y mi cuerpo para protegerme de la enfermedad.
Por ayudarme a sobrevivir al miedo, aún en momentos donde tú misma sientes miedo.
Por trabajar mano a mano con mis maestros para conseguir que nada me detenga.
Por ayudarme a entender la vida, a pesar de que a ti misma te toma de improviso.
Por nunca dejar de luchar, aunque se multipliquen tus batallas.
Por armar castillos, campamentos, guaridas, y así, jugando juntos, construir mi felicidad.
Por hacer crecer mi espíritu, dentro o fuera de cualquier muro.
Feliz día, mamá. Quedarme en casa es fácil gracias a ti.